Groucho y yo by Groucho Marx

Groucho y yo by Groucho Marx

Author:Groucho Marx
Language: es
Format: mobi
Published: 2009-09-28T23:00:00+00:00


Coro:

«Quédate en el lugar al que perteneces.

Los pueblos que viven allí arriba

no saben distinguir

entre lo que es bueno y lo que es malo.

Para complacer a sus reyes,

todos se han ido a la guerra

y ninguno de ellos sabe

por qué razón está luchando.

Allí arriba dicen que soy el diablo

y que estoy lleno de maldad.

Pero los reyes de allí arriba son unos diablos

mucho mayores que tu papá.

Desgarran los corazones de las madres,

hacen de los hermanos carniceros.

Allí arriba encontrarás un infierno

mucho mayor que aquí abajo.»

Pasaron muchos años y Berlin se convirtió en el más famoso y popular creador de canciones de todo el mundo. Un competidor suyo se quejó amargamente de que Berlin hubiera acaparado todas las fiestas del calendario: «Sueño con unas navidades blancas», «Desfile de Pascua» y otras similares. Berlin también acaparó la mayoría de los honores reservados para los autores de canciones más celebrados de la nación.

Con el tiempo, la letra y la filosofía de su canción antibélica molestó a Berlin y nunca quiso volver a oírla. La canción siempre me había fascinado (probablemente se necesitaría un psicoanalista para explicar por qué) y con la posible, aunque no probable, excepción del compositor llegué a ser el único hombre de los Estados Unidos que recordaba tanto al letra como la música. Siempre que yo asistía a una fiesta en la que estaba presente Berlin, me las apañaba para que en cierto momento de la velada alguien me pidiera que cantase la canción. Berlin no llegó a entenderlo nunca Allí estaba él, el trovador más grande de nuestro tiempo, con cientos de canciones de éxito en su haber, y allí estaba su amigo Groucho insistiendo en cantar aquella canción concreta. Lo hacía además con voz sonora y pronunciando cuidadosamente cada palabra de aquella letra inmortal (y odiosa para Berlin).

Pasaron muchos años y la ASCAP (American Society of Composers, Authors and Publishers), el Santa Claus de los creadores de canciones, organizó un gigantesco homenaje musical al «maestro». Estaban presentes todos los compositores y autores líricos de Hollywood. Todas las canciones famosas de Berlin fueron cantadas e interpretadas prácticamente por todos los miembros de la ASCAP. Yo había quedado con Harry Ruby, el bien conocido autor de canciones y en otro tiempo amigo mío, que me acompañara mientras yo interpretaba una de las creaciones más notables de Berlin. Nunca podrás adivinar el título. Se trataba de una canción antibélica titulada «Quédate en el lugar al que perteneces».

Berlin no es un hombre de envergadura. Sin embargo, a medida que avanzaba la canción, parecía hacerse cada vez más pequeño. Supongo que aquello no era algo demasiado agradable y creo que lo molestó, ya que al término de la velada Irving vino hacia mí y me dijo:

—Groucho, ¿por qué insistes en cantar esta canción tan horrible?

—Bueno, Irving —repliqué—, es una canción pacifista y, desde que la escribiste, únicamente nos hemos visto envueltos en tres guerras diferentes. Una de ellas, no recuerdo cuál, fue llamada «la guerra que pone fin a todas las guerras».

—Groucho —dijo—, voy a hacer un trato contigo.



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