Las Nieves Del Kilimanjaro by Ernest Hemingway

Las Nieves Del Kilimanjaro by Ernest Hemingway

Author:Ernest Hemingway
Language: es
Format: mobi
Tags: prose_contemporary
Published: 2010-07-02T23:00:00+00:00


[3]. Pero falla cuando entrega la pelota.

—Tal vez sea por eso que le conviene a McGraw —sugirió Nick.

—Quizá.

—Hay muchas cosas que uno no sabe.

—Claro. Pero, a pesar de la distancia, tenemos buenas informaciones y acertamos pronósticos.

—A veces es más fácil acertar el ganador de una carrera si uno ve los caballos, ¿no es cierto? Y en este caso ocurre lo mismo.

—Eso es.

Bill cogió la botella de whisky, recubriéndola por completo con su enorme mano. Después echó el líquido en el vaso que sostenía Nick.

—¿Cuánta agua?

—Igual que antes.

Bill se sentó en el suelo, junto a la silla de su amigo.

—¡Qué bonito es cuando empiezan las tormentas de otoño! ¿Eh? —preguntó éste.

—Es hermoso.

—La mejor época del año.

—Dime, ¿no sería una estupidez vivir en la ciudad?

—Me gustaría ver los noticieros de todo el mundo.

—¡Bah! De cualquier modo, ahora los dan siempre en Nueva York o en Filadelfia —dijo Bill—. Además, no se pierde nada.

—¿Te parece que los «Cards» podrán ganar alguna vez el campeonato?

—Nos moriremos sin saberlo.

—¡Dios! Se volverían locos, ¿eh?

—¿Recuerdas cuando estuvieron a punto de enloquecer, aquella vez que descarriló el tren?

—¡Cómo no! —exclamó Nick al acordarse.

Bill fue hasta la ventana en busca del libro que había dejado en la mesa antes de salir. Después permaneció con el vaso en una mano y el libro en la otra, apoyándose en la silla de Nick.

—¿Qué estás leyendo?

- Richard Feverel.

—Yo no he logrado entenderlo.

—Es muy bueno —manifestó Bill—. No me dirás que se trata de un libro malo, ¿eh, Wemedge?

—¿Qué otro libro tienes que yo no haya leído? —preguntó Nick.

—¿Leíste Forest Lovers?

—Aja. Es ese en el que se acuestan todas las noches con la espada desenvainada al lado.

—Es un libro estupendo, Wemedge.

—Excelente. Lo que nunca he podido comprender es qué utilidad tiene la espada. Debe estar siempre con el filo hacia arriba, pues si la dejan plana uno puede muy bien deslizarse encima de ella durante el sueño, y entonces se perdería mucho tiempo en un caso de apuro.

—Es un símbolo —dijo Bill.

—Seguro; pero nada práctico.

—¿Has leído alguna vez Fortitude?

—Es admirable. Es un libro de verdad. ¿Tienes algún otro de Walpole?

- The Dark Forest -contestó Bill—. Habla de Rusia.

—¿Y qué puede hacer de Rusia?

—No sé. Uno no conoce a esos tipos. Tal vez haya estado allí en su juventud. Contiene muchas noticias.

—Me gustaría conocerlo.

—A mí me gustaría leer algo de Chesterton.

—Quisiera que estuviese aquí ahora —dijo Nick—. Lo llevaríamos a pescar al «Voix tomorrow».

—¿Quién sabe si le gusta pescar?

—Claro que le gusta. Debe de ser un tipo estupendo. ¿Recuerdas el verso de Flying Inn?



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