Los Stone by Robert Heinlein

Los Stone by Robert Heinlein

Author:Robert Heinlein.
Language: es
Format: mobi
Published: 2011-07-25T22:00:00+00:00


—¡Ahí está!

Pollux estaba en su turno de guardia de vigilancia del radar. Su grito hizo que Hazel se le acercara flotando.

—Lo más probable es que se trate de una bandada de gansos —comentó—. ¿Por dónde?

—Justo ahí. ¿No lo ves?

Su abuela admitió que la señal de radar podía ser de fiar. Pasaron las siguientes horas midiendo la distancia, el rumbo que llevaba y el movimiento relativo mediante señales de radar y de doppler, para luego calcular la maniobra menos costosa en combustible que les permitiera colocarse en un rumbo a la par del montón errante de bicicletas, equipaje y libros. Roger Stone se lo tomó con toda la tranquilidad que pudo, i pesar de sentirse un poco apurado por la creciente cercanía de Marte. Finalmente calculó que les colocaría en una trayectoria que dejaría al montón de objetos desechados casi a la misma altura y velocidad que ellos. Un leve movimiento de deriva les acercaría hasta unos cien metros de la variopinta masa, según sus cálculos, en un período de pocas horas.

Pasaron el tiempo de espera calculando las maniobras de aterrizaje en Marte. Por supuesto, la Rolling Stone no aterrizaría realmente en Marte, sino que atracaría en Fobos. Lo primero que debían hacer era iniciar una órbita casi circular equivalente a la de Fobos respecto a Marte, y después tendrían que posar la nave en el pequeño satélite como maniobra final. Aquellas simples maniobras las complicaba un único detalle: Fobos tenía un período de rotación de unas diez horas. Así pues, la Rolling Stone no solo tendría que llegar al lugar adecuado con la velocidad adecuada, sino que además debía hacerlo en el momento adecuado. Después de meter todas las bicicletas a bordo, la nave todavía tendría que maniobrar con cuidado mientras estuvieran bastante lejos si querían llegar con exactitud.

Todo el mundo menos Buster se puso a ello. Meade trabajó bajo la supervisión de Hazel. Pollux continuó comprobando por radar el acercamiento hasta la carga flotante. Roger Stone había calculado dos soluciones de prueba y las había descartado, y estaba esbozando una tercera que al menos parecía tener sentido cuando Pollux le comunicó que la última angulación délos datos del radar mostraban que estaban todo lo cerca que podían llegar.

Su padre se quitó el arnés de seguridad y flotó hacia una portilla.

—¿Dónde está? ¡Cielos, si casi nos hemos sentado encima! Venga, chicos, manos a la obra.

—Yo también voy —les comunicó Hazel.

—¡Yo también! —exclamó Buster.

Meade alargó una mano y lo agarró del cuello.

—Eso es lo que tú te crees, Buster. Tú y tu hermanita vais a jugar a algo muy divertido que se llama «¿Qué hay para cenar?». Divertíos —les dijo a los demás antes de llevarse arrastrando por el aire al niño, que no hacía más que resistirse.

Una vez fuera, les dio la impresión de que las bicicletas estaban mucho más lejos. Cas se quedó mirando la masa informe antes de hablar.

—Quizá debería ir hasta allí con el cohete del traje, ¿no, papá? Eso nos ahorraría tiempo.

—Lo dudo mucho. Pol, prueba a tirarle el cable de arrastre.



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