(Los Anales De La Costa Occidental 01) Los Dones by Ursula Le Guin

(Los Anales De La Costa Occidental 01) Los Dones by Ursula Le Guin

Author:Ursula Le Guin.
Language: es
Format: mobi
Published: 2010-03-21T23:00:00+00:00


10

Resultó extraño y agotador cabalgar todo el día sin ver nada del paisaje que atravesábamos, siendo sólo consciente del sonido de los cascos de los caballos sobre el suelo blando o de piedra, el crujido de las sillas, el olor a sudor de caballo o a capullos en flor, la caricia del viento, adivinando cómo debía de ser el camino por el trote de Roanie. Sin poder estar preparado para cualquier cambio, tropiezo, giro, o comprobación; siempre tenso en la silla. A menudo tuve que olvidarme de la vergüenza y agarrarme al pomo para mantenerme firme. Tuvimos que cabalgar principalmente en hilera, así que no hubo ninguna conversación. Nos deteníamos de vez en cuando para que mi madre pudiera darles agua a los polluelos; y a mediodía paramos para descansar, abrevar a los caballos y almorzar. Los pollitos piaban y trinaban vigorosamente por la comida que mi madre había esparcido por su cesta. Pregunté dónde estábamos. Bajo el Despeñadero Negro, dijo mi padre, en el dominio de los cordes. No pude imaginar el lugar, pues nunca había estado tan lejos al oeste de Caspromant. No tardamos en volver a ponernos en marcha, y para mí la tarde fue un largo y aburrido sueño negro.

—¡Por la Piedra! —dijo mi padre. Nunca maldecía ni juraba, ni siquiera un leve juramento tan anticuado como aquél; y eso me sobresaltó y me sacó del trance. Mi madre cabalgaba delante, pues el camino no tenía pérdida, y mi padre detrás, vigilándonos. Ella no le había oído hablar, pero yo pregunté:

—¿Qué ocurre?

—Nuestras terneras; allí —dijo, y recordó que yo no podía ver donde señalaba— Hay una manada de vacas en los prados que hay bajo la colina, y dos son blancas. Las demás son pardas o negras. —Guardó silencio un instante, probablemente mientras se esforzaba por ver mejor—. Tienen la joroba y los cuernos cortos. Son ellas.

Todos nos detuvimos.

—¿Estamos todavía en Cordemant? —preguntó mi madre.

—En Drummant —respondió mi padre—. Desde hace una hora. Pero ésas son de la ganadería rodd. Y mis terneras, creo. Si me acerco, podré estar seguro.

—Ahora no, Canoc —dijo ella— Oscurecerá dentro de poco. Deberíamos continuar. —Había una fuerte aprensión en su voz. Él le hizo caso.

—Tienes razón —dijo él. Oí avanzar a Greylag y Roanie lo siguió sin que yo necesitara indicárselo, y el ligero trote del potro nos siguió.

Llegamos a la Casa de Piedra de Drummant, y me resultó especialmente duro llegar a un lugar extraño entre desconocidos. En cuanto desmonté, mi madre me cogió del brazo y se agarró a mí, tal vez para tranquilizarse ella también. Entre las muchas voces, oí la de Ogge Drum, estentórea y alegre.

—¡Vaya, vaya, vaya, por fin habéis venido! ¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos a Drummant! ¡Somos gente pobre, pero lo que tenemos lo compartimos! ¿Qué es esto? ¿Qué es esto? ¿El chico vendado así? ¿Cuál es el problema, muchacho? Ojos débiles, ¿eh?

—Ojalá fuera eso —dijo Canoc como quien no quiere la cosa. Era un buen esgrimista verbal, pero Ogge no era un espadachín: usaba directamente el hacha.



Download



Copyright Disclaimer:
This site does not store any files on its server. We only index and link to content provided by other sites. Please contact the content providers to delete copyright contents if any and email us, we'll remove relevant links or contents immediately.