El Puente De San Luis Rey

El Puente De San Luis Rey

Author:Thornton Wilder
Language: es
Format: mobi
Published: 2008-09-20T23:00:00+00:00


CUARTA PARTE

El Tío Pío: don Jaime

En una de sus cartas (la XXIX), la marquesa de Montemayor intenta describir la impresión que el Tío Pío, «nuestro vetusto Arlequín», produjera en ella: «Toda la mañana he estado sentada junto al balcón verde, trabajando en un par de chinelas que os tengo destinadas, vida mía —escribe a su hija—. Pero, como el hilo de oro no absorbe toda mi atención, aun he podido observar la actividad de una colonia de hormigas sobre el muro contiguo. Consagradas, al parecer con verdadero ahínco, a la tarea de destruir mi casa, cada tres minutos asomaba una obrerita entre dos tablas y dejaba caer un grano de serrín sobre el pavimento. Luego, tremolaba su antena en mi dirección, y volvía apresuradamente a su misteriosa galería. Entretanto, una porción de sus hermanas trotaba arriba y abajo por lo que sin duda era para ellas una especie de carretera, deteniéndose de vez en cuando para friccionarse unas a otras la cabeza, o bien, si el mensaje que llevaban era de importancia, negándose airadamente al tal masaje. Y, súbitamente, pensé en el Tío Pío. ¿Por qué? La razón es bien sencilla, pues ¿en quién sino en él he visto nunca ese ademán con el que suele detener a un abate que pasa o al lacayo de un cortesano, susurrando a la vez quién sabe qué cosas con los labios muy pegados al oído de su víctima? Y, en efecto, como no podía menos de ser, no se habían pasado las doce que no le viera cruzar la calle apresuradamente, sin duda en una de sus perpetuas y misteriosas comisiones. Como no hay mujer más ociosa ni más tonta que yo, se me ocurrió mandar a Pepita a buscar un pedazo de guirlache, que colocar en medio de la carretera de las hormigas; y por modo parejo envié, recado al Café Pizarro para que me expidiesen al Tío Pío, si pasaba por allí antes del anochecer. Le regalaré aquel viejo tenedor de ensalada, con una turquesa en el mango, que ya conocéis, y que está torcido, y punto menos que inservible, y él, a su vez, me dará un ejemplar de las nuevas coplas, alusivas a la d. q. s. de Ol. v. s., que se hallan a la sazón en todos los labios. Es preciso que mi nena tenga cuanto de interesante se produce en el mundo, y que lo tenga antes que nadie».

Y en la carta siguiente: «Amor mío, el Tío Pío es el hombre más delicioso del mundo, con excepción de tu marido. Esto es: el segundo hombre más delicioso del mundo. Su conversación es un hechizo. Si no tuviera tan mala fama, ipso facto lo nombraría mi secretario. Escribiría por mí todas mis cartas, y las generaciones venideras me tendrían por un dechado de ingenio. Pero, ¡ay!, está tan apolillado por sus achaques y las malas compañías, que fuerza me será el abandonarlo a su mundo inferior. Por desgracia, no es sólo como una hormiga, y muy bien podría comparársele a una baraja resobada y mugrienta.



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