(Shaw Y Katie James 01) Toda la verdad by David Baldacci

(Shaw Y Katie James 01) Toda la verdad by David Baldacci

Author:David Baldacci
Language: es
Format: mobi
Published: 2010-04-08T23:00:00+00:00


47

Shaw se puso lentamente la camisa holgada, con cuidado de no rozar el grueso vendaje que llevaba en el brazo izquierdo. Tan ancha y profunda había sido la herida, que el cirujano había tenido que graparle los pliegues de piel. También solicitaron la ayuda de un cirujano plástico que hizo todo lo que estaba en su mano. «Le quedarán cicatrices», le había dicho la médico a Shaw, a quien no podría haberle importado menos.

«Podemos llevar a cabo otra operación más adelante, después de retirar las grapas, y dejarlo un poco mejor», le había dicho la doctora.

Shaw respondió que no, sin dudarlo. Aún podía disparar un arma y eso era lo único que le importaba ahora.

Por fortuna, el filo de la sierra había pasado por alto los tendones, y no había sufrido ninguna lesión en los nervios. Sin embargo, tal como le había advertido la doctora: «Si la hoja llega a alcanzarlo un centímetro más a la derecha o a la izquierda, lo más posible es que no estuviéramos manteniendo esta conversación.»

Transcurriría una temporada antes de que Shaw estuviera en plenas facultades, pero los médicos le aseguraron que se recuperaría por completo.

—Quiero ir a Londres, hoy mismo —le anunció Shaw a Frank mientras terminaba de hacer el equipaje en la habitación del hospital.

Frank estaba sentado en una silla con aire de malas pulgas.

—A ver si adivino por qué.

—¿Cómo puedo llegar antes?

—El tren por debajo del Canal es más rápido que los aviones hoy día. Puedes estar en Londres en el tiempo que te llevaría pasar por la aduana en el De Gaulle.

—¿Vuelo privado?

—Lo siento, ahora mismo no tengo ninguno disponible.

—Entonces, resérvame plaza en el tren. Que sea para primera hora de la tarde.

—¿Seguro que quieres hacerlo?

—Resérvame plaza en el tren, Frank.

—Muy bien, ¿y luego qué?

—¿Dónde está Katie James?

Frank se mostró sorprendido.

—¿Por qué?

—Quiero darle las gracias.

—¿Has perdido la cabeza o qué hostias? ¿Después de lo que hizo?

—Lo que hizo fue cruzar medio mundo en un avión para ver si me encontraba bien. ¿Dónde está?

—Yo qué demonios sé. No soy su guardaespaldas. Bastante trabajo tengo ocupándome de ti.

—Dime dónde está —insistió Shaw.

—¿Qué ha pasado con lo de que yo daba las órdenes y tú las acatabas? —preguntó Frank con desdén.

—Se terminó cuando murió Anna, porque ya no me importa una mierda. ¿Dónde está Katie?

—Ya te lo he dicho...

Shaw lo atajó:

—Tú nunca dejas que nadie se vaya sin más. Ahora, dime, ¿dónde está? —vociferó.

Frank miró por la ventana.

—En el apartamento de un amigo en la Rué de Rivoli, cerca del Hotel de Ville, mientras el tipo está en el extranjero.

—Necesito la dirección. ¿Puedes conseguirme un coche?

—¿Podrás conducir con el ala rota?

—Mientras no sea con cambio de marchas manual.

Frank ayudó a ponerse la americana a Shaw, que cogió el bolso sirviéndose del brazo bueno.

Frank dijo:

—Mira, siento lo de Anna, Shaw. Lo siento de veras. Y lo creas o no, iba a dejarte marchar cuando te casaras. Ahora puedes tomarte tanto tiempo de descanso como creas necesario.

A Shaw se le nubló el gesto.

—¿Por qué demonios me



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