Perdida - Gillian Flynn by Perdida

Perdida - Gillian Flynn by Perdida

Author:Perdida
Format: epub


complicada, porque su cerebro trabajaba a todas horas, trabajaba y trabajaba. Tenía que esforzarme solo para poder seguirle el ritmo. Me pasaba una hora componiendo un e-mail sin importancia para ella, me convertí en estudiante de los más arcanos

conocimientos para poder mantenerla interesada: los poetas lakistas, los códigos del duelo, la Revolución francesa. Su mente era vasta y profunda y ya solo estar con ella me volvió más inteligente. Y más considerado y más activo y más vivo, casi eléctrico, porque para Amy el amor era como las drogas o el alcohol o el porno: no había techo. Cada dosis debía ser más intensa que la anterior para obtener el mismo resultado.

Amy me hizo creer que era excepcional, que estaba a su nivel. Aquello fue tanto nuestra suerte como nuestra desgracia, porque en última instancia no fui capaz de asumir sus exigencias de grandeza. Empecé a ansiar las cosas fáciles y vulgares. Amy me odió por ello y al final, me doy cuenta, la castigué por ello. Fui yo quien la convirtió en la persona frágil y quisquillosa que acabó siendo. Había estado fingiendo ser una clase de hombre y me revelé como otra muy distinta. Peor aún, me autoconvencí de que nuestra tragedia era

únicamente responsabilidad suya. Pasé años

convirtiéndome en

precisamente aquello que habría jurado que era Amy: un amasijo de odio convencido de su superioridad moral.

Durante el vuelo de regreso pasé tanto tiempo estudiando la pista n.º 4 que había acabado

memorizándola. Quería torturarme. No es de extrañar que esta vez las notas de Amy fueran tan distintas: mi esposa estaba embarazada, quería empezar de nuevo, regresar a los días en que fuimos felices y deslumbrantemente vivaces. Me la imaginé recorriendo el pueblo para esconder aquellas dulces notas, ansiosa como una escolar, deseando con todas sus fuerzas que fuese capaz de llegar hasta el final: el anuncio de que estaba embarazada de mí. Madera. Tenía que ser una vieja cuna. Conocía a mi esposa: tenía que ser una antigüedad. Sin embargo, la pista no estaba escrita en el tono de una madre expectante.

Imagíname: soy una chica mala y depravada.

Necesito un castigo, me merezco ser azotada

donde los regalos del quinto aniversario se han de guardar.

¡Perdona si esto se empieza a complicar!

Qué buen rato el compartido allí a mediodía,

después a tomar un cóctel, qué bien, qué alegría.

Así que ve corriendo ahora mismo con presteza

y al abrir la puerta encontrarás tu gran sorpresa.

Casi había llegado a casa cuando lo desentrañé. «Regalos del quinto

aniversario.» Tenían que ser regalos de madera. Los azotes de castigo se dan en el cobertizo. El regalo tenía que estar en el cobertizo que había detrás de la casa de mi hermana: una cabaña vieja y decrépita en la que guardar recambios para el cortacésped y herramientas oxidadas, como salida de una película de terror en la que los campistas van siendo asesinados uno a uno. Go nunca entraba en ella; desde que había comprado la casa bromeaba a menudo diciendo que cualquier día de estos acabaría quemándola. Sin embargo, había permitido que cayera aún más en poder de las telarañas y las malas hierbas.



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