No te vayas by Vicki Grant

Author:Vicki Grant
Language: eng
Format: epub
Tags: ebook, book
Publisher: Orca Book Publishers
Published: 2011-11-01T04:00:00+00:00

Capítulo diez

No. No. No. No. Es todo lo que puedo pensar. Esto está mal. Es un error. Tiene que ser un error.

Estoy temblando como una anciana. Busco en Google S.J. Patterson y veo que The Herald, The Times, Newsnet… todos tienen el mismo artículo.

Alguien, alguna persona triste, amargada, retorcida que estaba celosa del éxito de papá, que no podía soportar lo popular que era o que lo odiaba por alguna otra razón mezquina, inventó una historia falsa y ahora todo el mundo la cree.

Tengo que hacer algo. Tengo que detener esto.

Pienso en lo que nos dijo la maestra de Arte en los Medios sobre la seguridad en la Internet. Nos advirtió que escribir una cosa estúpida o publicar una sola foto “inapropiada” podía perseguirnos por el resto de nuestras vidas.

No puedo detenerlo. Nunca podré detenerlo.

Escucho a mamá caminar en el segundo piso y una parte más joven de mí misma quiere correr llorando hasta ella. Pero enseguida me doy cuenta de que mamá no va a ayudarme. Ya no quiere a papá. No hay duda de que estaría feliz de encontrar por fin una buena razón para haberlo corrido de la casa.

Me enjugo las lágrimas con las manos y obligo a mis labios a que se queden quietos. Tengo que descubrir qué hacer. ¿Llamar a los medios? ¿Hablar con un abogado? ¿De qué serviría eso? Soy casi una niña. Soy su hija. ¿Quién va a escucharme?

Hago lo único que se me ocurre. Llamo a Colin.

Su teléfono está apagado.

Claro. “Los teléfonos celulares no están permitidos en la escuela”.

De repente me da miedo que mamá baje al primer piso y me encuentre en este estado.

Tengo que salir de aquí. Iré a la escuela. Miro la hora. Colin debe estar en clase de francés. Él sabrá qué hacer.

Voy al baño y me echo agua en la cara. Me veo terrible. Mi piel es del color del tocino crudo.

No puedo salir así. Papá nunca saldría de la casa con este aspecto. “Pon tu cara de circunstancia y viste tu mejor camisa”. Eso es lo que él siempre dice.

Escondo mi desastrosa camiseta bajo el abrigo de Club Mónaco que me compré justo antes de que pasara todo. Me peino con una cola de caballo. Me pongo un poco de corrector, rímel y brillo labial. También me debería poner los lentes de contacto, pero mis ojos no pueden aguantar nada más.

Por suerte anoche Colin dejó aquí el LeSabre. Tomo las llaves.

—Voy a la escuela. ¿Puedes recoger a Elliot? —grito hacia el segundo piso y me escapo por la puerta antes de que mamá me pregunte por qué.

La pila de flores y de tarjetas frente a la casa se ha triplicado desde el domingo. La primera vez que la vi me hizo enojar, pero ya no. Ahora es una prueba de que todas esas historias no son más que basura. ¡Miren todos! ¡Vean cuánto quiere la gente a Steve Patterson!

Bajo los escalones para verlo todo de cerca. Unas rosas amarillas de alguien que se llama Stacy. Una tarjeta “¡de tu café favorito!”.

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