Matar es facil by Christie Agatha

Matar es facil by Christie Agatha

Author:Christie, Agatha [Christie, Agatha]
Format: epub
Tags: Unknown
Publisher: Unknown
Published: 2009-12-28T22:21:46+00:00


—Sí. Divertido, ¿verdad? Es de esas cosas que deben hacerte reír. Vine aquí para trabajar y tú sales de detrás de esa casa y... ¿cómo te diría..? ¡Me hechizaste! Eso es lo que pasó. Hace poco has mencionado los cuentos de hadas. Tú me embrujaste. Sentí que si me señalabas con el dedo diciendo: «Conviértete en rana», hubiera empezado a andar dando saltos.

Se acercó a ella.—Te quiero con locura, Brígida Conway. Y queriéndote como te quiero, no esperarás que me conforme a verte casada con un hombrecillo ridículo que pierde el dominio de sus nervios si no gana un partido de tenis.

—¿Y qué puedo hacer, si no?

—¡Casarte conmigo! Pero seguramente esta solución te producirá un ataque de risa.

—La risa es muy escandalosa.

—Exacto. Bueno, ahora ya sabemos a qué atenernos. ¿Quieres que volvamos a la pista? ¡Puede que ahora me encuentres una pareja que sea capaz de ganar!

—La verdad —dijo Brígida dulcemente— es que me parece que te molesta perder tanto como a Gordon.

Lucas la cogió fuertemente por los hombros.

—¿No te parece que tienes una lengua muy larga?

—Me temo que no te gusto mucho a pesar de tu gran pasión.

—Creo que no me gustas nada.

Brígida le dijo sin dejar de mirarle:

—Pensabas casarte cuando regresases a tu país, ¿verdad?

—Sí.

—Pero con una persona muy distinta a mi, ¿eh?

—Nunca imaginé que pudiera parecerse a ti.

—No soy... tu tipo. Sé cuál es.

—¡Eres tan lista, querida Brígida!

—Una chica encantadora..., enteramente inglesa..., amante del campo y los perros... Probablemente la soñaste con una falda de lana, arreglando los troncos de la chimenea con la punta de su zapato.

—La imagen me parece muy atractiva.

—Lo es. ¿Volvemos con los demás? Puedes jugar con Rosa Humbleby. Es tan buena jugadora, que ganarás casi seguro.

—Siendo tan anticuado, es natural que seas tú quien diga la última palabra.

De nuevo se hizo el silencio. Lucas retiró sus manos de sus hombros, y los dos quedaron inmóviles como si aún quedara algo por decir.

Brígida volvióse bruscamente y emprendió el camino de regreso. El partido concluía. Rosa se negaba a volver a jugar.

—He jugado dos partidos seguidos.

—Estoy muy cansada —insistió Brígida—. No quiero jugar más. Tú y mi primo podéis jugar contra la señorita Jones y el comandante Horton.

Mas Rosa siguió en sus trece y se combinó un doble masculino. Después sirvieron el té.

Lord Whitfield conversaba con el doctor Thomas, refiriéndole con aire importante la visita que hizo a unos importantes laboratorios químicos de Wellerman Wreitz.

—He querido comprobar personalmente los adelantos de los últimos descubrimientos —decía con voz apasionada—. Soy responsable de lo que se publica en mis periódicos. Ésta es una Era científica. La ciencia debe ser asimilada con facilidad por las masas.

—La química puede resultar peligrosa —dijo el doctor Thomas.

—Lo que hemos de aprender es la química del hogar —repuso lord Whitfield.

—Y saber manejar los tubos de ensayo —comentó Brígida.

—Me impresionó mucho —dijo lord Whitfield—. Wellerman, el dueño de los laboratorios, me acompañó personalmente. Yo le pedí que me atendiera un empleado, pero no quiso de ninguna manera.

—Es muy natural —dijo Lucas.

Lord Whitfield le miró, agradecido.



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