Lestat el vampiro by Anne Rice

Lestat el vampiro by Anne Rice

Author:Anne Rice
Language: eng
Format: mobi
Published: 1985-01-01T05:00:00+00:00


2

Gabrielle y yo condujimos a Armand a las caballerizas, y allí le ayudé a montar en mi yegua, pero me dio la impresión de que podía caerse en cualquier momento y decidí montar detrás de él. De este modo, los tres iniciamos nuestra cabalgada.

Mientras cruzábamos los campos al galope, medité sobre lo que me disponía a hacer. Me pregunté qué representaría llevar a Armand a mi guarida. Gabrielle no formuló la menor protesta y se limitó a dirigirle una mirada de vez en cuando. No capté ninguna reacción por su parte, y, allí sentado delante de mí, le vi menudo y reservado, liviano como un chiquillo pero en absoluto infantil.

Sin duda, Armand había sabido siempre el paradero de la torre; ¿le habían impedido el paso los barrotes y las verjas? Y ahora, yo mismo me proponía franquearle la entrada. ¿Por qué no me decía algo Gabrielle? Aquél era el encuentro que habíamos deseado, el momento que habíamos estado aguardando, pero ella conocía sin duda lo que Armand acababa de intentar.

Cuando por fin desmontamos, él se adelantó unos pasos y esperó luego a que yo alcanzara la verja. Cuando hube puesto la llave en la cerradura, me volví a observarle preguntándome qué promesas podía uno exigir de un monstruo como aquél antes de abrirle la puerta. ¿Tenían algún significado para las criaturas de la noche las antiguas leyes de la hospitalidad?

Sus grandes ojos castaños tenían un aire derrotado, casi somnoliento. Me miró en silencio durante un instante y luego extendió el brazo izquierdo y cerró los dedos en torno al barrote de hierro del centro de la verja. Contemplé imponente cómo ésta empezaba a soltarse de la piedra con un profundo sonido rechinante. Sin embargo, Armand se detuvo en ese momento y se contentó con doblar un poco el barrote. La incógnita estaba despejada: nuestro congénere podría haber entrado en la torre en cuanto lo hubiera deseado.

Examiné la barra de hierro que acababa de doblar. Yo había derrotado a Armand. ¿Sería capaz también de repetir lo que él acababa de hacer? Lo ignoraba. Y, si era incapaz de calcular mis propios poderes, ¿cómo podría nunca calcular los suyos?

—Vamos —dijo Gabrielle con cierta impaciencia, y abrió la marcha escaleras abajo hacia la cripta de las mazmorras.

En la estancia hacía el mismo frío de siempre, pues el vigorizante aire primaveral no llegaba nunca hasta allí. Gabrielle preparó un buen fuego en la vieja chimenea mientras yo encendía las velas. Armand tomó asiento en el banco de piedra, observándonos, y pude apreciar el efecto que le producía el calor, el modo en que su cuerpo parecía hacerse un poco más grande, la manera cómo aspiraba el calor y se llenaba de él.

Cuando miró a su alrededor, fue como si procediera a absorber la luz de la estancia. Su mirada era muy clara.

El efecto que producía el calor y la luz en los vampiros era indescriptible, extraordinario. Y, pese a ello, la vieja asamblea de aquellos seres había renunciado a ambas cosas.

Tomé asiento entre los bancos de piedra y dejé que mi mirada, como la de él, vagara por la amplia cámara de techo bajo.



Download



Copyright Disclaimer:
This site does not store any files on its server. We only index and link to content provided by other sites. Please contact the content providers to delete copyright contents if any and email us, we'll remove relevant links or contents immediately.