El Misterio De Olga Chejova by Beevor Antony

El Misterio De Olga Chejova by Beevor Antony

Author:Beevor Antony
Format: mobi
Published: 2010-12-01T14:36:56.122000+00:00


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El Gran Terror

Tal vez parezca extraño que los miembros de la familia Knipper pudiesen seguir intercambiando correspondencia entre la Alemania nazi y la Unión Soviética hasta finales de 1937. Por otra parte, apenas si cabe albergar dudas de que la censura epistolar de la NKVD y el registro al que sometía cualquier paquete eran mucho más minuciosos que los que imponía la Gestapo, organización caracterizada por una gran dejadez.

Es evidente que Olga Chejova había disfrutado haciendo el papel de «tío americano» a principios de la década de 1930, época en que envió no pocos regalos desde el extranjero. Así, siendo aún un niño su primo Vova —hijo de su tío Vladimir—, le había hecho llegar un alfabeto alemán; más tarde, un jersey, y después, un traje. Por último, le regaló un gnomo cuyos ojos se encendían con un chisporroteo al presionar un botón. Asimismo, envió a su sobrino Andrei, hijo de Liev, un traje de marinero, como si en la Unión Soviética siguiera siendo de rigor, a la sazón, vestir a los pequeños a la moda zarista.

Cuando Vova preguntó a su padre quién le había mandado el gnomo, «papá montó en cólera y pasó un buen rato hablando a voz en cuello, diciendo que en Alemania se estaban volviendo locos».1 Entonces mostró a su hijo la fotografía de una hermosa mujer con vestido blanco de verano y le hizo saber que era su prima y trabajaba de actriz en el cine. Acto seguido, escondió el juguete y el retrato de Olga en el último cajón de su escritorio y prohibió a Vova que dijese nada a nadie del regalo ni de los familiares que vivían en Alemania. Los Knipper moscovitas no habían podido respirar tranquilos desde 1934, ya que a su origen germánico debían sumar la pertenencia a la comunidad artística, un sector de la sociedad al que las autoridades no dejaban de mirar con lupa.

La manipulación tiránica de los artistas que, con intenciones políticas, se llevaba a cabo en la Unión Soviética llevaba aparejada toda una serie de medidas no menos draconianas en contra de quienes se oponían al régimen. Las acciones emprendidas en perjuicio de los «escritores contrarrevolucionarios» que rechazaron el realismo socialista empezaron adoptando un carácter relativamente suave para intensificarse de forma evidente durante el Gran Terror de 1937 y 1938. La noche del 16 de mayo de 1934, poco después de la llegada de la poetisa Anna Ajmatova al apartamento de Osip y Nadezhda Mandelstam, irrumpieron en la vivienda tres oficiales de la OGPU (dos meses antes de que ésta se convirtiera en la NKVD). No dejaron papel sin examinar ni libro sin desencuadernar en busca de una poesía sobre Stalin que el vate había recitado a sus amigos —entre los cuales debía de haber un confidente de los servicios secretos—. Los agentes fueron incapaces de dar con aquellos versos, pero obligaron a Mandelstam a escribirlos de nuevo en la Lubianka, precedidos de esta confesión: «Soy el autor del siguiente poema de índole contrarrevolucionaria».* Sus versos más peligrosos hacían referencia a los grandes ojos burlones de cucaracha de Stalin.



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