Computer conection by Alfred Bester

Computer conection by Alfred Bester

Author:Alfred Bester
Language: es
Format: mobi
Published: 2010-12-29T23:00:00+00:00


9

Cuando finalmente llegué a la xipi, Natoma estaba allí con Borgia y M'bantu. También estaban los lobos. Y también Jonás. Yo estaba demasiado exhausto para sorprenderme. El zulú me echó una mirada directa al rostro y dijo:

– Voy a dar un paseo a los lobos.

– No, por favor. Será mejor que os lo cuente. ¿Sabéis lo ocurrido?

– Lo sabemos -dijo Borgia-. Adivina llamó a la casa y nos pidió que nos reuniéramos aquí. Nos dijo el por qué.

– El doctor Adivina nos dijo también que probablemente tú intentarías enterrarte en tu madriguera como un animal enfermo y que ibas a necesitar de toda nuestra ayuda -añadió M'bantu. – ¡Dios! ¡Realmente lo necesito! -Intenté a toda costa bracear hacia la realidad-. Yo… ¿dónde está el Griego?

– El ig -dijo Natoma-. Negogogocios. – ¿Qué se ha hecho con las cenizas de esa pobre chica? -preguntó Jonás.

– Ellos… ellos querían enterrarla en un campo de abono público. Yo he pedido uno privado.

El Arrivederci. Eso es lo que nos ha ocupado tanto tiempo… Arrivederci… Hasta la vista. ¿No es un buen chiste? Chca hu… hubiera querido… -me eché a llorar. Hacía horas que me estaba conteniendo, y cuando me desahogué fue patético. Natoma me echó los brazos alrededor para consolarme. La aparté bruscamente-. No -dije-. Yo la he matado.

No soy digno de compasión.

– Mi querido Guig -empezó Borgia rápidamente. – ¡Y una mierda! -grité.

– Querida Chca -dijo Natoma.

– Si. Sí, Nat. Era mi niñita, y la vi crecer hasta convertirse en una mujer… Una gran dama… Y la he matado. Arrivederci.

M. Nunca volveré a verla.

– La criocápsula la ha matado, Guig. – ¿Tú sabes cómo y por qué, M'b? Yo lo sé y sé que soy responsable. Yo la he matado. – ¡No, no, no! -todos eran categóricos en eso.

– Ha sido la super sofisticada máquina, Guig -dijo M'bantu-. Era inevitable que se averiara más tarde o más temprano. Las máquinas se averían.

– Pero esta vez he sido yo quien la ha averiado. – ¿Cómo?

– He hablado demasiado. – ¿A quién?

– A la máquina.

M'bantu echó las manos al cielo.

– Perdóname, Guig, pero estás diciendo insensateces.

– Sé lo que ha pasado. Lo sé. Chca-5 me dio toda la información cuando estábamos en la burbuja. Ella podía captar las conversaciones de la Extro con Sequoia. Tuve que abrir mi bocaza y hablar. Mi maldita bocaza. Y ella nunca me lo podrá perdonar. Nunca. Nunca.

Nunca… -estallé de nuevo en sollozos.

– Me llevo a Guig a dar una vuelta -dijo Jonás-. Sólo nosotros dos. Por favor, esperadnos aquí, muchachos.

– Es peligroso salir sin protección -dijo M'bantu-. Llevaos un lobo. Le daré instrucciones.

– Gracias. No necesitamos ningún lobo. Bésalo, querida.

Natoma me besó y salimos. En las calles había el infierno habitual: un laberinto de horror.

Las calles y avenidas se curvaban y retorcían, cruzándose y entrecruzándose, cortadas a veces por edificios abandonados, montones de detritus y terrenos baldíos. Todo ello salpicado de cuerpos en descomposición, vivos y muertos y malolientes. Había callejones sin salida donde se emboscaban las bandas, luchando y desencadenando guerras sadomaq.



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