Ninguna Guerra Se Parece A Otra by Jon Sistiaga

Ninguna Guerra Se Parece A Otra by Jon Sistiaga

Author:Jon Sistiaga
Language: es
Format: mobi
Published: 2011-02-20T23:00:00+00:00


Cuando a primeros de marzo de 2003 nos acercamos a la ciudad santa de Kerbala, las mezquitas de Al Abbas y de Husein estaban en obras. Están una frente a la otra, separadas por un paseo de 500 metros. El conjunto es uno de los principales lugares de peregrinación de los chiitas de todo el mundo porque allí están enterrados los hijos de Alí, el cuarto califa del islam, pero primero de la rama chiita.

Era el primer día de moharran, el primer mes del calendario musulmán. Una fecha señalada que los resabios laicos del régimen de Sadam consentía, pero impedía celebrar. El presidente Sadam Husein se había mostrado generoso y había donado 50 kilos de oro y otros 150 de plata para recubrir las columnas y la cúpula del edificio. Los fieles estaban encantados con ese gesto destinado a ganarse sus corazones. Con detalles como éste Sadam iba poco a poco parcheando cualquier riesgo de implosión social que cuestionara la estructura estatal que había diseñado. Una estructura en la que los chiitas, la mayor comunidad de creyentes en Irak, estaban dominados por la minoría sunita.

Los andamios se elevaban hacia los gigantescos techos y varios operarios, subidos en ellos, se afanaban en revestir de dorado esas paredes. El sol del mediodía caía a plomo en el patio de la mezquita produciendo un fulgor extraordinario que hacía que todo el mundo entrecerrase los ojos. En lo alto de la cúpula ondeaba la bandera negra que usaba el profeta Mahoma, y abajo, en el patio, familias enteras rezaban juntas o tomaban un té peleándose por las pocas sombras que había.

A la entrada de la mezquita, y para que a nadie se le olvidara, un enorme mosaico mostraba a Sadam de rodillas, rezando, en dirección a La Meca. El presidente estaba prosternado y en actitud humilde bajo el rótulo de una aleya, un versículo del Corán, que decía: «Dios haga de este país un lugar seguro y dé a su gente el fruto de su trabajo». Otra vez la referencia a la intervención divina para dignificar a Irak. Nada que ver con el Sadam de principios de los ochenta. El Sadam laico y panarabista. El líder secular que quería desvincular la religión de la vida pública.



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