El hombre, la escritura y la muerte by Jack Goody

El hombre, la escritura y la muerte by Jack Goody

Author:Jack Goody
Language: es
Format: mobi
Tags: humanidades antropologia
Published: 2011-06-03T22:00:00+00:00


V

CÓMO SE ESCRIBE LA ANTROPOLOGÍA

PIERRE-EMMANUEL DAUZAT. —En un principio era el libro... Al leer su obra uno se siente impresionado por el carácter enciclopédico de sus lecturas y sus intereses, a pesar de que haya seguido siendo siempre un investigador de campo.

JACK GOODY. —Es un placer que se desarrolla a edad temprana. No es que tuviera los medios necesarios para comprar muchos libros, pero rastreaba sin cesar los puestos y tiendas de los vendedores de lance. En mi juventud compraba, sobre todo, literatura. Es tras la guerra cuando comencé a acumular libros sobre todo tipo de temas a causa de mi inclinación hacia la antropología.

Cuando eres antropólogo te ves en la necesidad de descubrir el mayor número posible de cosas sobre la región en la que vas a trabajar. Tropiezas con problemas de clasificación de plantas, de animales, de pájaros, algo en lo que por lo demás nunca he destacado precisamente. Te interrogas sobre la naturaleza de la tierra que trabajan esas gentes.

El enfoque enciclopédico se impone de un modo natural, ya que no sólo te interesas por los hombres sino por su interacción con el medio, en la reconstrucción de su historia, en su pasado y su presente. Por poner un ejemplo, yo no tenía demasiado interés por la historia de la guerra antes de descubrir lo que pasaba en África occidental entre las poblaciones sin Estado y las otras. Pero a partir de ahí empecé a interesarme por el papel de los medios de destrucción, de los fusiles, de los caballos, de los arcos y las flechas, y de ahí ya sólo había un paso a profundizar sobre el efecto de las armas en otras partes del mundo y no sólo y exclusivamente entre los indígenas. Me pregunté, por ejemplo, cómo, tras su aparición en Arabia, logró el fusil desarrollarse tan pronto en la costa de Malabar (India) o en Japón, algo que nunca llegó a suceder en África. De repente me vi estudiando las técnicas de fabricación de mosquetes y fusiles e intentando saber por qué no los habían construido los africanos. Los africanos producían hierro y sabían reparar las armas, pero no eran capaces de fabricarlas y dependían de su importación. Todavía hoy en día entre los lodagaa se habla (en inglés) de dane guns (fusiles daneses) porque sus armas vienen de Dinamarca o del norte de Alemania. En mi opinión este estado de cosas está ligado a la naturaleza de las técnicas de fabricación del hierro: no tenían hornos capaces de elevar el metal a una temperatura suficientemente alta como para fabricar los tambores. Unas cosas trajeron otras, de modo que pasé a interesarme por la historia de la guerra y de los armamentos, por su dependencia de ellos en África, por los problemas actuales, etc.

—Pero ¿cómo se las ingenia usted cuando no hay libros? ¿Se ha visto empujado a una «etnología personal tal como dice en La cultura de las flores?

—Cuando empleé esta expresión estaba pensando en los métodos relativamente caóticos que he acabado empleando.



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