El Elfo Oscuro (edicion Coleccionista) by R. A. Salvatore

El Elfo Oscuro (edicion Coleccionista) by R. A. Salvatore

Author:R. A. Salvatore
Language: es
Format: mobi
Tags: sf_fantasy
ISBN: 9788448037246
Publisher: Timun Mas
Published: 2011-08-10T22:00:00+00:00


En busca de hogar

—¡Basta, basta! —jadeó el enano mientras intentaba que su compañero dejara de correr—. Magga caminara, elfo oscuro. Hace mucho que los perdimos de vista.

Drizzt se volvió hacia el capataz, con las cimitarras preparadas y un brillo furioso en sus ojos lila. Belwar, precavido, se apartó deprisa.

—Tranquilo, amigo mío —dijo el svirfnebli sin alzar la voz, con las manos de mithril levantadas por si era necesario defenderse—. Ya no hay nadie que nos amenace.

Drizzt respiró con fuerza para calmarse y, al ver que todavía empuñaba las cimitarras, se apresuró a envainarlas.

—¿Estás bien? —le preguntó Belwar, acercándose otra vez a Drizzt.

La sangre de las heridas que se había hecho al golpearse contra el borde de la pasarela manchaba el rostro del drow.

—Es culpa de la pelea —se justificó Drizzt—. La excitación. Tenía que...

—No necesitas dar explicaciones —lo interrumpió Belwar—. Lo has hecho muy bien, elfo oscuro. Estupendo. De no haber sido por tus acciones, los tres habríamos caído al lago de ácido.

—Me dominó —gimió Drizzt, buscando las palabras que pudiesen expresar mejor los sentimientos—. Es la parte oscura de mi personalidad. Pensaba que había desaparecido para siempre.

—Y así es —afirmó el capataz.

—No —replicó Drizzt—. Aquella bestia cruel en la que me había convertido me poseyó totalmente en la lucha contra los hombres-pájaro. Guió mis espadas, con salvajismo y sin ninguna piedad.

—Tú guiaste las espadas —le aseguró Belwar.

—Pero la furia me dominaba —dijo Drizzt—. Una furia ciega. Lo único que deseaba era matarlos, hacerlos pedazos.

—Si lo que dices fuese cierto, todavía estaríamos allí—declaró el svirfnebli—. Gracias a tus acciones, hemos podido escapar. Todavía quedan allí muchos hombres-pájaro vivos, y sin embargo tú saliste de la caverna. ¿Furia? Quizá, pero no ciega. Has hecho lo que debías, y sin fallos, elfo oscuro. Mejor que cualquiera que conozca. ¡No tienes que disculparte, ni ante mí ni ante ti mismo!

Drizzt se apoyó en la pared y reflexionó en las palabras del enano. Lo consolaban y agradecía los esfuerzos del capataz, pero lo remordía la rabia que había experimentado cuando Guenhwyvar cayó en el lago de ácido, una emoción tan sobrecogedora que no conseguía sobreponerse. Se preguntó si lo haría alguna vez.

A pesar de su desasosiego, Drizzt se sintió reanimado por la presencia del svirfnebli. Recordó los episodios de los últimos años, las batallas que había librado a solas. Entonces, como ahora, el cazador había pasado a primer plano y había guiado los golpes mortales de las cimitarras. Pero esta vez se había producido una diferencia que Drizzt no podía dejar de ver. Antes, cuando estaba solo, no había podido alejar al cazador. Ahora, con Belwar a su lado, Drizzt había recuperado el control sin problemas.

Sacudió la larga cabellera blanca, en un intento por alejar los últimos vestigios de la personalidad del cazador. Se tildó a sí mismo de tonto por la manera en que había iniciado la batalla contra los hombres-pájaro, atacándolos con las cimitarras de plano. Belwar y él aún habrían estado en la caverna de no haber sido porque sus instintos lo habían guiado, de no haberse enterado de la caída de la pantera.



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