(Dirk Pitt 21) El complot de la media luna by Clive Cussler

(Dirk Pitt 21) El complot de la media luna by Clive Cussler

Author:Clive Cussler
Language: es
Format: mobi
Tags: adventure
ISBN: 9788401339738
Publisher: Plaza & Janés Editores
Published: 2011-07-08T22:00:00+00:00


Capítulo 32

—Los buceadores siguen abajo —anunció Gunn.

De pie en el puente del Aegean Explorer, miró a través de los prismáticos la Zodiac vacía, amarrada a una boya cuya cadena bajaba hasta el pecio otomano. Cada pocos segundos dos grupos de burbujas rompían la superficie a un par de metros de la boya. Gunn desplazó los prismáticos más allá de la neumática y enfocó al yate azul italiano que había fondeado cerca. Se fijó con curiosidad que mantenía la proa en su dirección, perpendicular a la corriente. Una vista parcial de la cubierta de popa le permitió ver a varios hombres en movimiento, pero su visión quedó muy pronto oscurecida por la superestructura de la nave.

—Nuestro entrometido amigo todavía ronda por la vecindad—dijo.

—¿El Sultana? —preguntó Pitt, que había conseguido leer el nombre del yate italiano.

—Sí. Parece que se ha acercado un poco más al lugar del naufragio.

Pitt alzó la vista desde la mesa de cartas, donde estaba revisando algunos documentos.

—Debe de estar aburriéndose mucho.

—No entiendo qué pretende. —Gunn dejó los prismáticos a un lado—. Tiene los propulsores laterales en marcha para permanecer transversal a la corriente.

—¿Por qué no lo llamas por radio y se lo preguntas?

—Anoche el capitán intentó varias llamadas amistosas. No hubo respuesta.

Gunn se sentó frente a Pitt. En la mesa había dos pequeños botes de cerámica recuperados del pecio. Pitt comparaba los objetos con los que había rescatado de una nave mercante el famoso arqueólogo submarino George Bass.

—¿Has tenido suerte en la datación? —preguntó Gunn; cogió uno de los botes y lo miró con atención.

—Son muy similares a la cerámica encontrada a bordo de una nave mercante que se hundió cerca de Yassi Ada en el siglo IV —respondió Pitt, y le pasó una foto que acompañaba el informe.

—¿Así que la corona romana de Al no es una falsificación?

—Al parecer es auténtica. Tenemos un naufragio otomano que por alguna razón lleva objetos romanos.

—Un bonito hallazgo lo mires por donde lo mires. Me pregunto cuál será el origen de los objetos...

—El doctor Zeibig está analizando unas muestras de cereales que estaban incrustadas en un fragmento de cerámica; podrían indicar el punto de origen de la nave. Por supuesto, si nos permitieses desenterrar el resto de tu monolito, quizá daríamos con la respuesta.

—Oh, no —protestó Gunn—. Es mi hallazgo, y Rod dijo que podíamos sacarlo juntos en nuestra próxima inmersión. Tú ocúpate de mantener a Al bien lejos. Eso me recuerda —miró su reloj— que Iverson y Tang saldrán a la superficie en cualquier momento.

—Entonces iré a despertar a Al —dijo Pitt, y se levantó de la mesa—. Nos toca la siguiente inmersión.

—Creo que estaba durmiendo al lado de su nuevo juguete —dijo Gunn.

—Sí, se muere de ganas por probar el Bala.

En el momento en que Pitt cruzaba el puente, Gunn le hizo una última advertencia.

—No lo olvides. Ni se os ocurra tocar mi monolito —gritó, y sacudió un dedo en dirección a Pitt.

Pitt cogió una bolsa de inmersión de su camarote y después fue a la cubierta de popa.



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