(Harry Bosch 15) Nueve Dragones by Michael Connelly

(Harry Bosch 15) Nueve Dragones by Michael Connelly

Author:Michael Connelly
Language: es
Format: mobi
Published: 2010-11-05T00:00:00+00:00


25

Bosch y su hija normalmente tomaban el funicular para subir al Peak y luego volver a bajar. A Bosch le recordaba una versión más elegante y más larga del Angels Flight de Los Ángeles. Al pie del trayecto, a su hija le gustaba visitar un pequeño parque situado junto al palacio de justicia donde podía colgar una bandera de oración tibetana. Muchas veces, las coloridas banderas estaban colgadas en el parque como ropa puesta a secar. Maddie le había dicho a Bosch que colgar una bandera era mejor que encender una vela en una iglesia, porque la bandera estaba al aire libre y el viento transportaba muy lejos las buenas intenciones.

No había tiempo para colgar banderas. Volvieron al Mercedes de Sun y bajaron la montaña hacia Wan Chai. Por el camino, Bosch se dio cuenta de que una ruta de descenso pasaría junto al edificio de apartamentos donde vivían Eleanor y su hija.

Bosch se inclinó hacia delante desde el asiento trasero.

—Eleanor, vamos antes a tu casa.

—¿Por qué?

—He olvidado decirte que trajeras el pasaporte de Madeline. Y el tuyo también.

—¿Y eso?

—Porque esto no terminará cuando la rescatemos. Os quiero a las dos lejos hasta que termine.

—¿Y cuánto tiempo será eso?

Eleanor se había vuelto para mirarlo desde el asiento delantero. Harry vio la acusación en sus ojos. Quería tratar de evitar todo eso y dedicar su plena atención al rescate de su hija.

—No sé cuánto tiempo. Vamos a buscar los pasaportes. Sólo por si luego no hay tiempo.

Eleanor se volvió hacia Sun y le habló bruscamente en chino. Él inmediatamente se echó a un lado de la carretera y se detuvo. No había tráfico que bajara por las montañas hacia ellos; era demasiado temprano. Se volvió completamente en su asiento hacia Bosch.

—Pararemos a buscar los pasaportes —dijo ella con voz inexpresiva—. Pero si hemos de desaparecer, no pienses ni por un momento que vamos a ir contigo.

Bosch asintió. El mero hecho de que se lo planteara era suficiente para él.

—Entonces quizá deberías preparar también un par de bolsas y meterlas en el maletero.

Eleanor se volvió sin responder. Al cabo de un momento, el guardaespaldas la miró y le habló en chino. Ella respondió asintiendo y Sun empezó a bajar otra vez por la montaña. Bosch sabía que Eleanor iba a hacer lo que le había pedido.

Al cabo de quince minutos, Sun se detuvo delante de las torres gemelas comúnmente conocidas por los residentes en Hong Kong como las Chopsticks (debido a que parecían unos palillos). Y Eleanor, que no había dicho nada en esos quince minutos, tendió una rama de olivo al asiento de atrás.

—¿Quieres subir? Puedes hacerte un café mientras preparo las bolsas. Tienes aspecto de necesitarlo.

—El café estaría bien, pero no tenemos...

—Es café instantáneo.

—Está bien.

Sun se quedó en el coche y ellos subieron. Las Chopsticks eran en realidad dos torres ovaladas interconectadas que se alzaban setenta y tres pisos desde media ladera de la montaña, encima de Happy Valley. Era el edificio residencial más alto de Hong Kong y como tal destacaba en la ciudad como dos palillos destacan en un bol de arroz.



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