En busca del tiempo perdido 4 - Sodoma y Gomorra by Proust Marcel

En busca del tiempo perdido 4 - Sodoma y Gomorra by Proust Marcel

Author:Proust, Marcel [Proust, Marcel]
Format: epub
Tags: General Interest
Published: 2010-03-02T14:03:55+00:00


Experimentaba algo más que la alegría de un éxito, casi la hilaridad de una alegre broma.

"-¡Ah!, está bueno -dijo cuando se repuso-. Un poco más, ¡rediez!, eso es lo que se llama llegar a punto", agregó guiñando el ojo, no para preguntar si la expresión era justa, porque ahora desbordaba seguridad, sino por satisfacción. Por fin pudo enumerarme a los otros miembros del pequeño clan. Me fastidió comprobar que casi todos estaban vestidos con lo que se llama smoking. Había olvidado que los Verdurin empezaban una tímida evolución hacia la sociedad frenada por el asunto Dreyfus y acelerada por la música nueva, evolución desmentida, por otra parte, por ellos y que continuarían desmintiendo hasta llegar a un resultado, como esos objetivos militares que sólo anuncia un general cuando se han alcanzado, para no aparentar una derrota si fracasan. El mundo, por lo demás, estaba de su lado, preparado para ir hacia ellos. Estaban todavía en ese grado de consideración en que pasaban como gente cuya casa no frecuentaba nadie de la sociedad, pero que no experimentan por ello ningún remordimiento. El salón Verdurin era reputado ser el templo de la Música. Ahí, según se aseguraba, había encontrado Vinteuil inspiración y aliento. Y si la sonata de Vinteuil seguía siendo íntegramente incomprendida y su nombre más o menos desconocido, aunque se pronunciara como el del más grande contemporáneo, ejercía un prestigio extraordinario. En fin, algunos jóvenes del barrio habían pensado que debían ser tan instruidos como los burgueses y tres de ellos habían aprendido música, por lo que la Sonata de Vinteuil gozaba en su circulo de una reputación enorme. Hablaban de ello de regreso a sus casas a la madre inteligente que los impulsara al estudio. Interesándose por los estudios de sus hijos, en los conciertos, las madres miraban con cierto respeto a la señora de Verdurin, que seguía la partitura en su primer palco. Hasta ahora esa latente sociabilidad de los Verdurin sólo se traducía en dos hechos. Por una parte, la señora de Verdurin decía de la princesa de Caprarola: "-¡Ah, ésa es inteligente! Es una mujer agradable. A quienes no puedo soportar es a los imbéciles, la gente que me aburre y me vuelve loca". Lo que hubiese hecho pensar a una persona sutil que la princesa de Caprarola, mujer de la más alta sociedad, había visitado a la señora de Verdurin.



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