Una palabra tuya by Elvira Lindo

Una palabra tuya by Elvira Lindo

Author:Elvira Lindo
Language: es
Format: mobi
Tags: narrativa hispana
Publisher: Editorial Seix Barral
Published: 2004-12-31T23:00:00+00:00


CAPÍTULO 8

Cualquiera que nos viera desayunar cada mañana diría que somos como una gran familia porque cruzamos bromas, nos ofrecemos favores, compartimos el pan de la tostada. A Teté le gusta la parte de abajo del pan y a mí la de arriba, la que lleva marcados los cortes en diagonal de la navaja del panadero. Si nos viera un extraño que no supiera las tensiones y los odios (o dejémoslo en rencores) que fluyen como una corriente subterránea entre nosotros diría que el nuestro es un ambiente de trabajo envidiable. Porque a primera vista, si tú no tienes idea, si tú no sabes, por poner un ejemplo, que Teté no puede colocarse físicamente al lado de Sanchís en la barra, que no puede rozarle ni la tela del chubasquero, podría parecerte que nuestras risas responden a una franca camaradería. Aquí lo sabemos casi todo de todos. Yo me entero de menos cosas porque a mí todo este cotilleo disfrazado de humanismo laboral que se traen mis compañeros me da por culo literalmente pero es tal el run run y el machaqueo que tienen a diario en el bar, es tal la furia con la que exprimen cada asunto que llega hasta sus oídos o que simplemente imaginan que hasta una persona de mis características, quiero decir, una persona prudente, discreta, se acaba enterando, aunque no quiera. Me dijo Milagros una vez que las compañeras veían esa discreción como una distancia que yo ponía con el mundo, como algo arrogante. Y yo le repetía, no seas como ellas, bonita, no me vengas con rollos, no me hagas mala sangre.

A mí con el mundo laboral me pasa como con la familia, que no lo entiendo y que no he tenido mucha suerte; esa obligación diaria de contemporizar con unas personas que te han tocado y de cuya compañía no puedes escaparte, ese tener que dedicarle todos los días un espacio de tiempo a la conversación con una gente que ni te va ni te viene, no es un plato de mi gusto. Pero disimulo, sonrío, me desnudo con ellas en los vestuarios, hablo de ducha a ducha, me quedo a comer en las fechas señaladas, cumpleaños, navidades, santos, tomo la caña de rigor todos los días, disimulo, disimulo; también con ellos, aunque no sé por qué extraña razón cuando Milagros y yo nos incorporamos a la cuadrilla ya se habían establecido los dos grupos, mujeres a un lado, hombres a otro, y eso es lo que hay, parece inamovible; de vez en cuando nos mezclamos, pero no demasiado. Morsa sí, Morsa es el comodín, el correveidile, el que va de un grupo a otro para montar una capea, un karaoke o la cena de fin de año. A él le gusta ese papel, igual que hay gente a la que le gusta ser presidente de su comunidad de vecinos. A mí personalmente me parece patético. Antes en mi escalera tenía la excusa de la enfermedad de mi madre y me escaqueaba



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