Un Asesinato Musical by Batya Gur

Un Asesinato Musical by Batya Gur

Author:Batya Gur
Language: es
Format: mobi
Tags: prose_contemporary
ISBN: 9788478445691
Publisher: Siruela
Published: 2011-04-11T22:00:00+00:00


Capítulo 8

Quienes desean vivir al margen de la vida

El recuerdo del rostro de Joanne Woodward en Las tres caras de Eva volvió a asaltar a Michael en plena reunión, mientras Tzilla repartía entre los presentes, por orden —primero Balilty y luego Michael, y después Dalit, antes de Eli y Abraham—, los cafés y los bocadillos de tortilla que Zippo había traído del puesto yemení de la esquina de la calle Jaffa. Zippo había regresado de la misión sin aliento, resollante, y había depositado las bolsas en medio de la mesa. Sacó de una de ellas un pequeño recipiente, retiró la tapa de cartón con gesto ceremonioso y se empeñó en que todos aspirasen el aroma del auténtico hilbé yemení. Tzilla desvió la cabeza con repugnancia y él le recordó las virtudes medicinales de aquella olorosa especia, muy valiosa para potenciar la virilidad. Con la atención dividida, Michael observó el bocadillo envuelto en papel blanco y grasiento que Tzilla le ponía delante. Mientras contemplaba las manchas de grasa, vio la cara de Joanne Woodward ocupando toda la pantalla, imagen que no sabía a ciencia cierta si aparecía en la película.

La cara se crispó, se contorsionó, transformándose por completo. La protagonista de la película no tenía conciencia de lo que hacía, pensó Michael con pánico mientras la cara se difuminaba y él volvía a ver la mancha de grasa. Las personalidades de la mujer eran independientes. Convivían en un cuerpo, en un alma incluso, sin que la «buena» supiera nada de la «mala». Aunque había vuelto a ver la película hacía pocos años en la televisión, Michael apenas guardaba de ella un recuerdo vago. Pero la manera de hablar de la protagonista cuando interpretaba a su ser maligno le había calado hondo, y el eco de su risa de contralto, ronca y burlona, resonó ahora en sus oídos. Creía recordarla diciendo: «Ella no sabe nada de mí, pero yo lo sé todo sobre ella». En ese momento reparó en que estaba revolviendo y revolviendo el azúcar de su taza y derramando negras gotas sobre la documentación que había preparado Eli. Zippo zampaba ruidosamente y alababa la picante salsa verde a la vez que se la ofrecía a los demás con gesto generoso. Chascó los labios, mascó estruendosamente y se enjugó las puntas del bigote. Dalit estaba sentada entre Michael y Balilty, y este último, a la cabecera de la mesa, dirigía la reunión. Michael tuvo por un momento la impresión de tener a Dalit demasiado cerca, de que la distancia entre ellos se iba acortando, y le pareció que ella avanzaba el codo en su dirección y le rozaba con la rodilla como por casualidad. Quizá era por casualidad, se regañó a la vez que echaba un vistazo disimulado al perfil de la chica, que parecía totalmente ajena a sus contactos. Había sido una buena idea hacer una pausa para tomar un café, pensó Michael mientras masticaba sin entusiasmo el bocadillo empapado en aceite de freír. El descanso había contribuido a disipar el ambiente de tensión que se creó tras el estallido de Bahar contra Balilty.



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