Ulises by James Joyce

Ulises by James Joyce

Author:James Joyce
Language: eng
Format: mobi, epub
Tags: Narrativa, Clásico
Published: 1922-01-01T05:00:00+00:00


[13]

El atardecer estival había comenzado a envolver el mundo en su misterioso abrazo. Allá lejos, al oeste, se ponía el sol, y el último fulgor del, ay, demasiado fugaz día se demoraba amorosamente sobre el sol y la playa, sobre el altivo promontorio del querido y viejo Howth, perenne custodio de las aguas de la bahía, sobre las rocas cubiertas de algas, a lo largo de la orilla de Sandymount, y en último, pero no menos importante lugar, sobre la apacible iglesia de donde brotaba a veces, entre la calma, la voz de la plegaria a aquella que en su puro fulgor es faro sempiterno para el corazón del hombre, sacudido por las tormentas: María, estrella del mar.

Las tres amigas estaban sentadas en las rocas, disfrutando del espectáculo vespertino y del aire, que era fresco pero no demasiado frío. Más de una vez habían solido acudir allá, a ese rincón favorito, para charlar a gusto junto a las chispeantes ondas, comentando asuntillos femeninos, Cissy Caffrey y Edy Boardman con el nene en el cochecito, y con Tommy y Jacky Caffrey, dos chiquillos de cabeza rizada, vestidos de marinero con gorras haciendo juego y el nombre H. M. S. Belleisle en las dos. Pues Tommy y Jacky eran gemelos, y tenían apenas cuatro años, unos gemelos a veces muy revoltosos y consentidos, pero, sin embargo, niños riquísimos de caritas alegres, y con una gracia que conquistaba a todos. Estaban enredando en la arena con sus palitas y cubos, construyendo castillos, como les gusta a los niños, o jugando con su gran pelota de colores, todo el santo día felices. Y Edy Boardman mecía al nene regordete en su cochecito, de un lado para otro, mientras el caballerito se reía de gusto. No tenía más que once meses y nueve días, y aunque todavía andaba a gatas, empezaba ya a cecear sus primeras palabritas infantiles. Cissy Caffrey se inclinaba sobre él haciéndole cosquillas en la barriguita regordeta y en el delicioso hoyito de la barbilla.

—Ea, nene —decía Cissy Caffrey—. Dilo fuerte, fuerte: Quiero beber agua.

Y el nene la imitaba balbuceando:

—Teo bebé aba.

Cissy Caffrey dio un apretón al pequeñuelo, pues le gustaban enormemente los niños, y tenía mucha paciencia con los enfermitos, y a Tommy Caffrey nunca le podían hacer tomar su aceite de ricino si no era Cissy Caffrey quien le apretaba la nariz y le prometía la fina corteza de la hogaza de pan moreno con melaza dorada por encima. ¡Qué poder de persuasión tenía aquella chica! Pero claro que el niño era un pedazo de pan, una verdadera ricura, con su baberito nuevo de fantasía. Y Cissy Caffrey no era ninguna chica mimada, a lo Flora MacFlimsy. Una chica de corazón sincero como no se ha visto otra, siempre con risa en sus ojos gitanos y unas palabras de broma en sus labios rojos como cerezas maduras, una chica que se hacía querer de cualquiera. Y Edy Boardman se río también del gracioso lenguaje de su hermanito.

Pero precisamente entonces hubo un ligero altercado entre el señorito Tommy y el señorito Jacky.



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