Pylon by William Faulkner

Pylon by William Faulkner

Author:William Faulkner
Language: es
Format: mobi, epub
Published: 2010-02-04T23:00:00+00:00


Dos horas más tarde, en la parada del autobús de Grandlieu Street, la joven contempló al reportero mientras salía el último del autobús, entregando los cuatro billetes que él mismo había pagado. No hubiera podido definir la expresión de su rostro tranquilo, sereno, e inmóvil hasta en el instante en que el paracaidista avanzó penosamente hacia él, arrastrando una pierna que, a pesar de cubrirla el pantalón, podía adivinarse vendada y rígida por haberse precipitado contra un puesto de bebidas, a causa de un viento contrario, al descender en su paracaídas.

—Óigame-le dijo—. Esta tarde estaba encolerizado con Jiggs. No quise golpearle a usted. La vista se me nubló y creí dar en el rostro del otro, descubriendo mi error cuando ya era demasiado tarde.

—Lo sé. Lo sé-dijo el reportero sin sonreír, con expresión serena—. La culpa fue mía por interponerme entre los dos.

—Ya ve que lo hice sin querer. Pero si es que desea alguna satisfacción...

—Nada de eso-repuso el reportero. Pero no cambiaron un apretón de manos, como es de rigor en estos casos.

El paracaidista volvióse y, arrastrando su pierna, se dirigió otra vez hacia donde estaba antes, mientras el reportero seguía sin variar de actitud. La mujer miró a Shumann.

—Entonces, si el aeroplano está en condiciones, ¿por qué no lo tripula Ord en la próxima carrera?

—Quizá no quiera-repuso Shumann—. Si yo tuviera su "Noventa y dos", tampoco desearía ningún otro aparato. Además..., creo que es mejor no preocuparse...

Ella miraba ahora hacia el suelo, inmóvil, excepto por sus manos, que golpeaban ligeramente una contra otra. Su voz era sorda al decir:

—Nos ha permitido alojarnos en su casa durante un día y una noche, y ahora incluso está a punto de conseguirnos otro aparato. Pero todo cuanto yo deseo es un hogar, un cuarto, aunque sea una pocilga, con tal de saber que el lunes próximo, y el otro, y el otro... ¿Crees que él podría darme una cosa semejante? Es mejor que nos marchemos en busca de esos ingredientes para la pierna de Jack.

El reportero no la había oído, porque ni siquiera prestó atención alguna a sus palabras: así es que quedóse sorprendido al verla avanzar hacia él.

—Nos vamos a su casa-dijo—. Esperamos verle por allí. Habrá cambiado sus planes respecto a abandonar la ciudad, ¿no es cierto?

—No. Mejor dicho, sí-contestó el reportero—. Voy a dormir en casa de un compañero del periódico. No se preocupen por mí-la miró con expresión serena, tranquila, desvaída—. No se preocupen en absoluto. Todo irá bien.

—Así lo espero-dijo ella—. Pero referente a aquel dinero... le dije la verdad. Puede preguntar a Roger y a Jack

—Muy bien-repuso él—. La creería aunque supiera que estaba usted mintiendo.



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