Las preguntas de la vida by Fernando Savater

Las preguntas de la vida by Fernando Savater

Author:Fernando Savater
Language: es
Format: mobi
Published: 2011-12-17T10:27:28.298394+00:00


Capítulo Séptimo

ARTIFICIALES POR NATURALEZA

En el capítulo cuarto planteamos un esbozo genérico del hombre como «animal simbólico», señalando los rasgos característicos que le definen frente a otros seres vivos con los cuales —por lo demás— guarda también un parentesco indudable. Los símbolos son convencionales, por tanto el hombre es un animal «convencional», un ser vivo capaz de establecer, aprender y practicar acuerdos de significado con sus semejantes. Pero ahora deberíamos preguntarnos si existe una naturaleza humana, si los humanos estamos formados por la naturaleza y formamos parte de ella, si somos también «seres naturales» además de —¿a pesar de?— ser «convencionales», si hay contradicción o incompatibilidad entre lo uno y lo otro. Nos interesan estas preguntas porque quizá conocer nuestra naturaleza o nuestra relación con la naturaleza nos pueda orientar respecto a cómo actuar y cómo emplear convenientemente nuestra libertad. Después de todo, cuando queremos aprobar o disculpar un comportamiento solemos decir que es «natural» actuar así; y también reprobamos algunas conductas diciendo que son «antinaturales» o contrarias a la naturaleza. ¿Qué queremos decir cuando hacemos tales comentarios?

En nuestra época se oye hablar mucho de la «naturaleza». Las actitudes ecologistas nos previenen contra ciertas formas de obrar que representan amenazas contra lo «natural», ya que ponen en peligro a la «naturaleza» por medio de abusos técnicos, polución industrial, sobreexplotación de los recursos, aniquilación de especies vivientes, manipulaciones genéticas, etcétera. Algunos sostienen que muchos de nuestros males provienen de haberle vuelto la espalda a lo «natural» y recomiendan volver a la «naturaleza», considerarnos parte de ella y no sus dueños tiránicos, dejarnos en cierto modo guiar por ella. Deberíamos, según este punto de vista bastante extendido, manejar fuentes de energía y consumir productos «naturales». Otros creen que tales actitudes nos devuelven a la barbarie, a épocas primitivas, nos hacen desandar el camino del progreso científico al que nada puede ni debe detener. Señalan que la supuesta norma de lo «natural» también sirve para descalificar represivamente como «antinaturales» ciertas reivindicaciones sociales, por ejemplo las del feminismo o las de los homosexuales. Preguntemos de nuevo: ¿de qué estamos hablando tan apasionadamente?

Como ya he indicado en varias ocasiones a lo largo de los capítulos anteriores, nuestra primera tarea filosófica —¡aunque desde luego no la única!— tendrá que consistir en precisar lo más posible los usos de la noción sobre la que se establece la controversia, en este caso «naturaleza» o «natural». Sólo la mala filosofía empieza inventando nuevos términos rimbombantes que nadie entiende en lugar de proponerse aclarar qué entendemos por medio de las palabras comunes que habitualmente utilizamos. Evidentemente no parece que nos estemos refiriendo a lo mismo cuando decimos que la gravitación es una ley de la Naturaleza descubierta por Newton, que es natural que las madres quieran a sus hijos, que la naturaleza es muy hermosa, que naturalmente el agredido reacciona contra su agresor, que los seres humanos somos iguales por naturaleza y que lo más natural es bajar por la escalera o por el ascensor, no saltar desde un sexto piso a la calle.



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